¿Dónde sueles comprar el vino? ¿En una tienda especializada? ¿En una bodega? ¿En el supermercado? ¿En la tienda de la esquina? Si en general eres de los que suelen ir a las primeras dos opciones, seguramente te decantarás por los consejos que el encargado de la vinoteca, el sommelier o el enólogo pueda darte, más aún si te dejan catar uno de sus vinos. Pero si eres de los que se tiene que decantar por un vino en un lugar no especializado, seguramente te encontrarás con una situación muy habitual hoy en día: la estantería está llena de opciones y no hay modo de probar ninguno para saber si te gustará o no.
¿Qué es lo que más nos llama la atención cuando en una tienda nos encontramos un pasillo lleno de decenas de marcas de vino? Si sabemos un poquito, podemos distinguir un par de bodegas cuyos nombres nos suenan. Pero lo cierto es que cuando no sabemos más allá de lo que vemos en la línea del supermercado, los máximos reclamos que tiene el vino son dos: su envase y su etiqueta. Eso sí, cada vez hay más bodegas que apuestan por hacer más atractiva su oferta en el punto de venta con expositores vistosos. Otras se decantan por las promociones en volumen, precio o un regalo adicional («llévate un sacacorchos por la compra de dos botellas del vino X»).
Y aquí viene la gran pregunta. Sin saber ni de qué bodega es, ni de qué añada, ni de qué variedad, ¿cuánto pagarías por estos vinos?
Vayamos por orden. Del primer vino la única información que tenemos es su botella. Podemos deducir que es tinto, pero desconocemos la variedad de su uva. No tiene etiqueta ni nada que lo identifique. ¿Cuánto pagarías por él? ¿Uno, dos, tres euros? Igual es un vinazo, pero ¿cómo saberlo? ¿te fías a ciegas de la calidad de este vino si lo único que te muestran es esta botella?
Pasemos al segundo. Aquí ya hay un reclamo: “SEXY“. ¿Para qué más? El color fucsia de la etiqueta y de la cápsula lo dicen todo. Por este vino seguramente pagaríamos un poco más que por el anterior, porque aunque no tengamos más información que su nombre y su atractivo, el hecho de que puedas regalarle esa botella a tu pareja y alegrarle (y alegrarte) la noche ya vale lo que pagues por ella. En el mercado está a unos 8,5 €, y aunque no supieras si el vino es bueno o no, ¿no te animarías a elegirlo frente a otras opciones?
El tercer vino que os presento es Perfume de Sonsierra, de Bodegas Sonsierra. El diseño lleva el sello de David Delfín. Original y sofisticado, emula una botella de perfume. Está cubierto hasta el mínimo detalle: dentro de la caja, rodeada por un lazo, te encuentras con la nota de cata a modo de colonia. ¿Precio? 28,5 €. ¿Estarías dispuesto a pagarlos aunque no supieras si el vino es bueno? La cuestión es que, aunque no te lo digan, la sensación que transmite este vino es que es bueno y de calidad. Y la realidad es que arrasó en el mercado cuando salió a la venta.
Y aquí la pregunta, ¿qué valoras a la hora de comprar un vino si desconoces si te gustará o no? ¿te dejas llevar tanto por el diseño del packaging en general o intentas ir más allá?